Actualización desde la oficina gringa (en Halloween)
El lunes llegué a la oficina temprano. Como siempre, caminé directo a mi escritorio sin saludar, para no interrumpir el trabajo de los pocos que ya estaban tecleando. Antes de alcanzar mi puesto me interceptó la sonrisa de Jessica, una productora del departamento de audio de Fusion. Preguntó por mi fin de semana y terminamos hablando de las fiestas de Halloween. También hubo espacio para charlar de disfraces, al parecer el tema la emocionaba porque me contó alegre que se vistió de esqueleto, uno que tenía una luz en el pecho para iluminar la noche.
Un rato después llegó Nora, otra productora, que también hizo la conversa sobre el fin de semana. Me mostró una foto de su plan de sábado, había ido a la casa de unos amigos; en el celular se veían los árboles de otoño bajo el rayo del sol. Otra vez salió el tema de Halloween, entonces le conté que el sábado en la noche había ido a un apartamento loquísimo, donde había un rodadero y dos columpios en la sala del comedor.
Yo sé, este relato suena perfectamente cotidiano; varias compañeras de trabajo comentando lo que hicieron el fin de semana. La cosa es que hasta ahora el ambiente de la oficina gringa parecía más distante. De hecho, justo el día anterior, había publicado un escrito en este blog diciendo eso.
Bueno, para ser justos, ese otro texto afirma que la gente es muy querida uno a uno, entonces es el ambiente lo que puede ser problemático.
Sin embargo, hoy 31 de octubre, en pleno Halloween, la oficina entera tuvo un gesto buena onda que me hizo dar cargo de conciencia y me puso a escribir una nueva entrada de blog antes de dormir.
Resulta que la gente hoy se disfrazó, que los de administración nos compraron una pizza y que hubo un concurso de disfraces. Mis compañeros oficinistas repartieron alegría, charlando y haciendo chistes; hasta conocí a una chica del otro piso que me regaló delineador de ojos. En la mañana, yo me vestí de mimo disimuladamente. Ya en Fusion tomé ánimo y me puse el maquillaje y los accesorios que completan mi disfraz, es que estar allá al lado de un John Snow, un Splinter (de las Tortugas Ninja), un esqueleto y un tiburón, me quitaron la pena.
Cuando pensé que las relaciones se construyen de a pocos tenía razón. Es al cabo de muchos días como los de hoy que las personas se van integrando. No sé cuántas fechas festivas tienen que pasar para que el ambiente sea tan amigable como esta tarde, eso sí, reporto que en mi oficina gringa la fiesta de Halloween une a la gente y es una mega nota.